martes, 29 de noviembre de 2011

El nuevo arte y La Ilíada

Abrir un libro de José Ortega y Gasset es siempre empezar un viaje: nunca volverás a estar en el mismo sitio que habías estado. Su lectura es una lectura de preguntas, es una aventura del pensamiento, de remover cimientos y de descubrimiento. Pues bien, el otro día empecé a leer un libro suyo que recogía textos póstumos, alguno de ellos no publicado, otros versiones casi definitivas, etc. El primer texto del libro fue uno escrito para clausurar una exposición de nuevos pintores que había tenido lugar en Barcelona. El texto trataba sobre las reacciones que los críticos y la gente en general tenía hacia las nuevas vanguardias y lo que significa que una obra guste o no y si realmente no gusta porque no se entiende, circunstancia ésta que muchas veces se manifiesta por el grito o por el insulto hacia la obra o hacia el artista. Citar algo del texto lo infravalora porque, aunque sólo son dos o tres páginas, está muy concentrado. Pero no me he podido resistir a destacar y rescatar un fragmento de éste en el que habla sobre La Ilíada de Homero.

[..]Y no se diga que el arte difícil y distante es propio de las decadencias. Esto es una bobada. La poesía europea comienza con La Ilíada. Pues bien, ¿se cree que el pueblo de Atenas entendió nunca sin enormes dificultades el ilustre poema? Tan no lo entendía fácilmente que ni siquiera entendía el idioma en que estaba compuesto y que no era el ático. Pues se me dirá que al menos el pueblo en cuyo idioma se compuso La Ilíada lo entendería fácilmente. Y yo responderé que el idioma de La Ilíada no lo ha hablado nunca pueblo alguno, sino que era -nótese bien- un lenguaje inventado por los poetas épico de Jonia. Díganme ustedes qué denuestos no caería hoy sobre un poeta que se distancia del público hasta el punto de inventar para sí y sus fines un idioma privado en el cual tallar su poesía[..]

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